21 de marzo de 2013

Un camino en el bosque

Tetsuo Kondo Architects




     En este 21 de Marzo, día internacional de los bosques, recuperamos un proyecto de paisajismo de 2011 firmado por el estudio japonés de arquitectos de Tetsuo Kondo.

La instalación efímera realizada en el bosque de Kadriorg en Tallinn, Estonia, durante el Urban Installations Festival LIFT11  plantea un recorrido de 95 metros de longitud que serpentea entre los troncos y las copas de los árboles, apoyado sobre un tubo de acero que descansa en el tronco de los árboles sin añadir ninguna estructura adicional.

Se resume así en un paseo flotante entre los árboles de un bosque con más de 300 años de vida. 














 


Los creadores del proyecto dicen del proyecto: 
"Creo que la percepción del bosque cambia ligeramente cuando uno recorre a lo largo de este camino. Ya no estamos mirando  los bosques desde el suelo, sinó que nos acercamos a las hojas y pasamos  a través de sus ramas. Se trata de un elemento de arquitectura que existe para el bosque como el bosque existe para la arquitectura. No podemos cambiar la forma del bosque, pero creemos que los distintos elementos de un bosque pueden convertirse en una entidad de esta condición."

Los autores pretenden que podamos experimentar el bosque, la arquitectura y el entorno en un modo como no se había experimentado todavía.

20 de marzo de 2013

ARTE EN LA CANTERA


Antonio Gross Muñoz
Master en Paisajismo, Jardinería y Espacio Público 2011-2012

Me paro delante de la cantera y la sensación es sobrecogedora.  Hace un momento, cuando dejamos el coche, sólo veíamos el pico del volcán. Un paisaje verde, donde los campos de pasto y cultivo dan paso a laderas muy frondosas. Un relieve bastante acusado que, sin embargo, se tapiza y moldea suavemente.
Hemos llegado al final del atajo y la imagen ahora es muy distinta. Podemos observar las tripas del monte, como si estuviésemos ante un ejercicio de disección descomunal. Es lo que aquí llaman gredera, una cantera para la extracción de greda (lapilli), que se traduce en un profundo tajo anaranjado de más de 100 metros de altura y 500 de longitud.
El contraste es brutal pero muy bello. Las aristas de las terrazas ordenan y cuantifican lo que parecía no tener medida, y los derramamientos de grava volcánica ponen de manifiesto la grandiosidad de la herida.
La situación en la que me encuentro como observador es un tanto confusa. Cuando me detengo delante de una de estas grandes huellas que el hombre ha dejado sobre el paisaje no sé muy bien qué pensar. Podría construir argumentos a favor del medio natural, en contra de cómo somos capaces de destruir lo que ha tardado miles de años en formarse (cuando no son millones), de cómo el hombre impone su escala temporal y condicionantes socio-económicos provocando alteraciones irreversibles…
Pero en el fondo no es eso lo que me inquieta. El paisaje tiene un carácter sublime, imponente, rico en contrastes y líneas de tensión, que lo fortalecen. Y pienso que ha sido la labor del hombre quien le confiere este valor añadido.
Considero que no hay demasiada distancia entre estas canteras y algunas obras del Land Art  a gran escala que proponían los artistas americanos de los 70 como Michael Heizer y Robert Smithson. Eduardo Chillida buscó durante años el emplazamiento perfecto para la escultura que resumiría toda su obra y lo encontró dentro de la montaña de Tindaya. Una obra que tendría que ejecutarse como si de una explotación minera se tratase. El hombre a veces necesita expresar de manera contundente su relación con la naturaleza, en lugares libres de su propia intervención, donde la visibilidad del nuevo orden propuesto sea mayor.
Mientras tanto yo me pregunto si acaso las canteras no son fruto de nuestra relación con el medio y si no suelen estar ubicadas  en parajes excepcionales y relativamente aislados la mayoría de las veces. Es por eso por lo que os propondría las siguientes preguntas:
¿Es necesario gastar más recursos en camuflar con tímidas plantaciones aquello que tanto nos impresiona?
¿Podemos reducir al mínimo la distancia existente entre una cantera y una obra de Land Art   sin que esto suponga costes adicionales?

COMPLEJOS FABRILES EN PLENO CENTRO

polarización de los intereses entre la ciudadanía y sus representantes

Oscar Arroyo Vega

Master en paisajismo, jardinería y espacio público 2011-2012

El 20 de noviembre de 2011, autoridades políticas catalanas inauguran orgullosas la nueva Casa de les Llengües en el antiguo complejo fabril de Can Ricard, en Poblenou. El proyecto es respetuoso con la arquitectura original, presume de proyección internacional y  gran parte de su superficie tiene una vocación social, un tanto que se apuntan los gestores como propio tras haber situado antes a las fuerzas de seguridad frente la asociación de vecinos y vecinas del Poblenou que rechazaba el primer proyecto recogido dentro del plan 22@.


“Había viajado a España con el proyecto de escribir artículos periodísticos, pero ingresé en la milicia casi de inmediato, porque en esa época y en esa atmósfera parecía ser la única actitud concebible. Los anarquistas seguían manteniendo el control virtual de Cataluña, y la revolución estaba aún en pleno apogeo. A quien se encontrara allí desde el comienzo probablemente le parecería, incluso en diciembre o en enero, que el período revolucionario estaba tocando a su fin; pero viniendo directamente de Inglaterra, el aspecto de Barcelona resultaba sorprendente e irresistible. Por primera vez en mi vida, me encontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas. Casi todos los edificios, cualquiera que fuera su tamaño, estaban en manos de los trabajadores y cubiertos con banderas rojas o con la bandera roja y negra de los anarquistas; las paredes ostentaban la hoz y el martillo y las iniciales de los partidos revolucionarios; casi todos los templos habían sido destruidos y sus imágenes, quemadas. Por todas partes, cuadrillas de obreros se dedicaban sistemáticamente a demoler iglesias. En toda tienda y en todo café se veían letreros que proclamaban su nueva condición de servicios socializados; hasta los limpiabotas habían sido colectivizados y sus cajas estaban pintadas de rojo y negro. Camareros y dependientes miraban al cliente cara a cara y lo trataban como a un igual. Las formas serviles e incluso ceremoniosas del lenguaje habían desaparecido. Nadie decía señor, o don y tampoco usted; todos se trataban de «camarada» y «tú», y decían ¡salud! en lugar de buenos días.”[1]


En los proyectos urbanísticos de los piases democráticos la participación ciudadana es una componente esencial del proceso, En España, una componente legislada, como merece un estado de derecho.

En casos como el anterior la soberbia de las instituciones, la falta de flexibilidad y el choque de sus decisiones con las necesidades reales de los habitantes (por no nombrar motivos más oscuros) logra que la participación en lugar de desarrollarse como un intercambio de pareceres entre los responsables de la planificación y los afectados, se convierta  una batalla campal entre los vecinos y vecinas del barrio y los agentes policiales.
Las reclamaciones de las asociaciones de vecinos del caso anterior: “que no se privatice un suelo público, que no se derrumbe un edificio parte del patrimonio industrial de la ciudad y sobretodo que no se destruya un símbolo de identidad de un barrio obrero histórico, su barrio.”
La evolución demográfica en las ciudades españolas durante el siglo XX y los primeros años del siglo XXI ha llevado a estas a engullir los complejos industriales perimetrales de principios de siglo y finales del siglo pasado, algunos de los cuales todavía están en pie a medio camino entre la especulación y la conservación. Enclavadas ahora en barrios céntricos y con superficies de hasta 12ha (Matadero de Madrid) son un caramelo para los gestores públicos, pues suelen ser fábricas privadas sobre suelo público o híbridos de propiedad todavía más extraños y confundibles.

Asociaciones de vecinos, colectivos sociales y otro tipo de asociaciones, en algunos casos, denuncian la situación, reclaman la protección de ese patrimonio así como el uso social del propio espacio, poniendo en jaque a las instituciones.
En ocasiones, éstas optan por ceder el espacio o parte de este a las entidades que aprovechan éste hasta el momento de manera ilegal (Tabacalera - Madrid, Bloc11 de Can Batlló - Barcelona), otras veces las mantienen en desuso y en proceso de degradación o en una situación de uso ilegal (Fábrica de sombreros Fernández Roche - Sevilla). En el mejor de los casos, los propios gestores se adelantan a la acción ciudadana y rehabilitan el espacio de manera ejemplar (Matadero - Madrid, La Fàbrica - Celrà).


La distancia entre posturas de las asociaciones de pie de calle y las instituciones es en muchas ocasiones abismal. La escala a la que se plantean cada uno de ellos las soluciones a los problemas sociales son diferentes, y la desconfianza mutua es inefable, llegándose a dudar (con motivos fundamentados por ambas partes) de que la voluntad de la asociación sea dotar al barrio de unos servicios sociales, o que la voluntad de las instituciones no sea representar las necesidades y deseos de los ciudadanos.

Esos problemas de comunicación, por falta de confianza o falta de flexibilidad a la hora de salvar la divergencia de objetivos, hace que parte del patrimonio industrial de nuestras ciudades siga degradándose y no goce de la protección necesaria, que colectivos sociales estén trabajando en lugares sin acondicionar de manera ilegal y finalmente que la sensación de la población sea la de tener un enfrentamiento entre ciudadanos y instituciones por el uso de dichos espacios, que en caso de resolverse de manera elegante (sin el uso de los cuerpos antidisturbios) suele dar unos resultados más que deseables, pues la voluntad de ofrecer un servicio por parte de los propios ciudadanos ya está de antemano.

Probablemente fue André Malraux parafraseando a José de Maistre quien sentenció que no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen. Lamentablemente no todo es tan justo y en ocasiones el pueblo se encuentra con un político de carrera, aquellos que, según Woody Allen, hacen de cada solución un problema.




[1] ORWELL, G. (1938). Homage to Catalonia. I (4-5). London: Harvill Secker

EL PAISAJE INDUSTRIAL, LA PUERTA DE LA CIUDAD CONTEMPORÁNEA

Belén Labiano Napal

Master en paisajismo, jardinería y espacio público 2011-2012

Independientemente del medio de transporte utilizado para llegar o escapar de cualquier ciudad, nuestra primera y última percepción de ella, ya no la configura la propia arquitectura de la ciudad sino el paisaje industrial generado en torno a ella.


       La ciudad dispersa y zonificada frente a la ciudad compacta y diversa

El tejido urbano de la ciudad contemporánea responde a la compleja interrelación de múltiples usos en necesaria coexistencia.
      
       La disposición generalizada de las áreas industriales en los bordes de la ciudad, puede ser el resultado del equilibrio inestable de 2 tensiones opuestas.

       Desde la creación de las primeras industrias, existe la tendencia de alejar este uso del uso residencial por razones de salubridad, de gestión de la producción y descongestión del transporte, entre otras. Este criterio de ordenación da lugar a una zonificación por usos de la trama urbana, cuya evolución natural es la dispersión.

       En la actualidad, la búsqueda de un modelo de ciudad sostenible apuesta por las ventajas de la ciudad compacta y diversa (frente a la dispersa y zonificada) dado que cuanto mayor es la accesibilidad, propiciada por la proximidad entre usos, menor es la movilidad de los ciudadanos y mayor es la sostenibilidad del sistema urbano.

       La convivencia de estos 2 modelos de ciudad contrapuestos, puede interpretarse como un punto de inflexión en los criterios de planeamiento y ordenación urbana y por tanto puede representar también una oportunidad de cambio en el tratamiento que tradicionalmente se viene haciendo de las áreas industriales.


       La imagen descuidada sin sensibilidad paisajística

La arquitectura industrial, además del hecho de quedar ubicada en el borde de las ciudades y segregada del resto de usos, responde en general a una imagen anodina por su estética previsible que responde únicamente a la funcionalidad más extrema.

       Esta imagen descuidada y carente de intención está dando lugar a la devaluación paisajística del límite de las ciudades, o peor aún, está deteriorando la percepción de la ciudad desde el exterior, tanto al llegar a ella como al dejarla atrás.

       Por este motivo se podría diagnosticar que estamos utilizando una estrategia inadecuada al desaprovechar la ubicación estratégica de las áreas industriales resolviendo su arquitectura con escasa sensibilidad respecto al entorno y alejándonos, no ya de la integración paisajística, sino de una transición ciudad – campo más elaborada.

       Conclusión. La intencionalidad del paisaje industrial

Parece adecuado pensar que, ya que la primera y última visión de una ciudad contemporánea viene definida por la arquitectura que conforma sus límites, ésta, dada su ubicación estratégica, debería estar cargada de intencionalidad y no ser el resultado casi involuntario del racionalismo productivo.

LA ARQUITECTURA INDUSTRIAL

Fabiola Colmenero Fonseca

Master en paisajismo, jardinería y espacio público 2011-2012



INTRODUCCIÓN. 
 La Revolución Industrial  ha sido un factor importante en la transformación del paisaje natural y el urbano.  Este tipo de arquitectura ha ido cambiando lo que antes era el paisaje natural llevándolo a un nuevo paisaje: el industrial, provocando así lo que ahora conocemos como la sky line de las ciudades industrializadas, que se ha ido conformando y les ha dado un aspecto muy diferente. 
Con ella surgió el uso de los objetos mecánicos sustituyendo la mano de obra artesanal, como las infraestructuras lineales, incluyendo la vía férrea, que surge como un avance de la tecnología que hasta nuestros días se ha seguido utilizando.
La arquitectura industrial estuvo y sigue siendo condicionada por dos factores fundamentales: la funcionalidad, que se concreta en la organización interior y exterior del edificio de forma que favorezca lo más posible la eficacia del proceso productivo y el control de los trabajadores. Se trata de explotar los nuevos instrumentos que ofrecen la nueva tecnología y la fuerza de trabajo obrera.
Las industrias textiles han sido sustituidas por  pisos, creando una maquinaria para su utilización y un buen funcionamiento; adaptándolo a edificios de gran apariencia con tipología propia. Su planta suele ser rectangular, larga y estrecha y de gran desarrollo en altura. Con la estructura del edificio se conseguía una buena iluminación.

Asímismo se fueron sustituyendo los materiales más usados hasta entonces como eran la madera, mampostería o piedra y poco a poco se optó por los materiales de la revolución industrial, lo que hará que el edificio evolucione tipológicamente hacia una inmensa nave, por el contrario, la fábrica será foco de terribles enfrentamientos sociales, lo que favorecerá el desplazamiento de las industrias fuera de las ciudades.
En las propuestas en valor para una nueva infraestructura de la arquitectura empresarial desde perspectivas diferentes e innovadoras que permitieron un cambio a la industria en general.
La arquitectura como ciencia social, nos ofreció en algún momento y nos sigue ofreciendo un análisis específico desde los acontecimientos económicos, políticos, sociales, culturales, religiosos que han caracterizado el paso de la humanidad a través del tiempo y comprende desde la aparición de los primeros documentos escritos hasta la actualidad y como método el propio de las ciencias sociales, y sin embargo es diferente de  mostrarnos la visión de la industria vinculada a diferentes elementos de la actividad industrial como integración del entorno económico y social; que también fue cambiando no sólo la técnica sino también la tecnología a las formas socioeconómicas. 
 LA ARQUITECTURA INDUSTRIAL ¿PUEDE SER PATRIMONIO?, O ¿PODEMOS VER  EL PAISAJE COMO INDUSTRIA?
En el último siglo se ha producido un proceso de industrialización por la instalación de numerosas fábricas. Esta arquitectura industrial del siglo XX no debe de perderse pues es parte de nuestro patrimonio histórico, su rehabilitación y su posterior reutilización como recurso turístico es una buena iniciativa de conservación de la arquitectura industrial y de diversificación la oferta turística de este espacio.

El patrimonio industrial ha ido adquiriendo importancia dentro de nuestra cultura y sociedad occidentales; aunque joven, es un vasto ámbito de estudio en el que recientemente se ha ido manifestando  un interés creciente por el paisaje de la industria. Gracias al descubrimiento de esta dimensión territorial, aspectos como los laborales, técnicos, socioeconómicos, antropológicos, arquitectónicos o estéticos que antes eran prioritarios y se analizaban aisladamente, pasan ahora a organizarse y explicarse en virtud de su posición en una red más compleja, tridimensional, la que teje la industria al implantarse en un espacio. La industria imprime sus huellas en el espacio, humanizándolo y  también deben ponerse en valor en los procesos de rehabilitación para adquirir así una idea global de nuestro pasado a través de sus vestigios materiales. Esta tendencia procede de Francia y su manera de interpretar el patrimonio industrial, pero se ha ido extendiendo por el área latina de Europa y España participa de ella plenamente. Se recogen (a través de diferentes obras y referencias dispares) el desarrollo de esta tendencia, las características de este paisaje, la lógica socio espacial que imprime la producción industrial y se reflexiona específicamente sobre el medio minero, por su especial relevancia en Asturias.

La arquitectura industrial debe ser destacada como un género aparte dentro del conjunto del patrimonio arquitectónico debido a unas características propias que le confieren una especificidad que permite su diferenciación del resto de la arquitectura edilicia. Al mismo tiempo, su amplia representación territorial, producto de la extensa implantación espacial del fenómeno de la industrialización, la convierte en un núcleo patrimonial de primer orden en cuanto al conjunto de los restos conservados ya sean estos edificios singulares aislados o complejos industriales.  

Las construcciones industriales poseen una serie de valores tecnológicos, arquitectónicos, sociológicos y paisajísticos que hacen de ellas un documento de primera magnitud no sólo para conocer la evolución e implantación de las técnicas constructivas -materiales y estructuras-, de los procesos de maduración e innovación tipológica -ordenación espacial- y de la secuencia estilística perteneciente a cada momento histórico sino que también nos habla de la propia estructura económica, de los procedimientos constructivos utilizados o del papel que jugó el modelo energético escogido como condicionante del modelo resultante.

Asímismo, nos proporciona una valiosa información acerca de la propia organización industrial de la fábrica que nos permite conocer cómo fueron las relaciones laborales existentes en un momento histórico concreto o el modelo de organización interna de la producción en sus aspectos de circulación de personas, mercancías o productos acabados. La arquitectura industrial se expresa mediante unas tipologías específicas tanto para cada uno de los sectores productivos como para cada uno de los espacios necesarios para desarrollar esas actividades o procedimientos.
  
Para analizar la importancia y riqueza del patrimonio arquitectónico industrial deben tenerse en cuenta varios aspectos que se  generan a través del tiempo y los distintos cambios socioeconómicos:
La arquitectura industrial nos permite explicar los sistemas de organización espacial necesarios para la producción en cada etapa histórica y conocer las mentalidades de los hombres que la hicieron posible a través de su significación formal.

La arquitectura industrial se refiere no sólo a la construcción de los edificios que forman parte de la fábrica en sentido estricto, sino también a las instalaciones mecánicas que permiten los procesos de producción, los edificios destinados a almacén y las tipologías residenciales relacionadas con los procesos productivos. En el proceso histórico de constitución de los tipos esenciales de la arquitectura industrial se entrelazan diacrónicamente las funciones, los materiales, las estructuras y los estilos. El proceso histórico de la Revolución Industrial se desarrolla paralelamente al proceso de renovación urbana.
La historia de la arquitectura industrial debe construirse a partir de:
-El conocimiento de la ciudad en relación con su territorio
-El análisis de la sociedad industrial como marco dialéctico creador de una nueva
Civilización.
El paisaje industrial debe añadirse al concepto de monumento industrial o técnico. Ya sea como contexto o como especificidad patrimonial. El patrimonio arquitectónico industrial no puede aparecer vacío de contenidos sociales y antropológicos. El paisaje industrial es ignorado sociológicamente y mayoritariamente, si no despreciado, a pesar de tener indudable interés urbanístico, cultural y medioambiental. El territorio se puede analizar según la tipología: territorios explotados, orillas colonizadas e implantaciones puntuales que crean hitos referenciales.
El paisaje industrial, como una particularidad del concepto genérico del paisaje, significa una consideración más amplia y compleja que la del patrimonio industrial, que es su componente principal y referido a edificios, sus instalaciones o la maquinaria. Supone la interacción de variados elementos integrantes complementarios de un panorama fabril que son percibidos como un escenario coherente y potente en un contexto de síntesis. En ocasiones su ámbito, que contempla áreas rurales, urbanas y periurbanas, no es continuo y mucho más amplio que aquello que inicialmente se divisa refiriéndose a asentamientos productivos articulados en torno a un eje fluvial, un frente portuario, a lo largo de una estructura de comunicación o de una red de distribución de fluidos o energía.
Esta tipología paisajística muy habitual en la actualidad, sociológica y mayoritariamente es ignorada, si no despreciada, a pesar de tener un indudable interés urbanístico, medioambiental, cultural y visual, por lo que previamente es necesaria una sensibilización colectiva progresiva y selectiva que permita apreciar sus cualidades intrínsecas. Se requiere una generosidad conceptual para comprenderlo y desde una cierta benevolencia contemplativa y ambiental podrá ser aceptada e incluso, finalmente, admirado. Una modalidad en el paisaje industrial activo es la eventualidad, su mutancia temporal o instantánea, el carácter de secuencias efímeras. Así, la fábrica adquiere aspectos diferentes en función de la intensidad, volumen y dirección de los humos e incluso los sonidos emitidos o los entornos olfativos creados por los procesos productivos. Las plantaciones de un terreno vinícola obedecen a un ciclo anual de desarrollo con matices formales y cromáticos muy diferentes.
Implantaciones puntuales que por sus características volumétricas enfatizan un amplio dominio territorial destacando su potente imagen en el horizonte. Las «catedrales del trigo», los silos agrícolas, tradicionales almacenes repartidos por las zonas de cultivo que emergen con altura y sencillez en un terreno agrícola horizontal.
Con arquitecturas incidentes cuya acertada presencia puntual valoriza un amplio e interesante paraje dotándole de una nueva dimensión estética y vinculándolas al entorno, como algunas bodegas en Araba, templos para el culto del vino.
La contemplación del los paisajes industriales es una aventura estética de vanguardia que activa los sentidos.
 CONCLUSIONES
  Los paisajes industriales son el reflejo de la actividad industrial en el territorio, son por tanto paisajes artificiales, espacios que han sido transformados por la actividad humana. Estos paisajes han ido creciendo en número desde el inicio de la Revolución Industrial, y han ido evolucionando desde unos paisajes tradicionales, los denominados “países negros” a los más modernos centros industriales.
Durante el siglo XX se desarrolló como fuente de energía básica para la industria el petróleo, por lo que la demanda de este producto favoreció la localización de refinerías sobre todo en puertos o en otras ciudades del interior, y junto a ellas surgieron polos industriales que se aprovechaban de la proximidad a la fuente de energía. Por otra parte las industrias de bienes de consumo se fueron localizando junto al mercado, por lo que en casi todas las ciudades fueron apareciendo polígonos industriales que abastecían a las ciudades.
Las nuevas industrias basadas en la alta tecnología, se sitúan lejos de la ciudad, en zonas suburbanas, buscando ubicaciones más atractivas y próximas a las grandes infraestructuras de transporte que facilitan la comunicación (autopistas, aeropuertos, puertos...). El análisis de las construcciones industriales requiere un conocimiento previo de la estructura productiva de cada época histórica ya que, al igual que en la arquitectura de género religioso o militar, la existencia de un programa previo es una premisa básica para entender la posterior ordenación espacial.
Sólo desde el análisis de las prioridades, expresadas por las industrias a través de los intereses de los hombres de empresa y de sus técnicos, se nos permite el acceso a este complejo mundo que se ha convertido, en palabras de los ingenieros y arquitectos, en la moderna monumentalidad que ha venido a sustituir a las catedrales y a los palacios como los temas arquitectónicos donde se manifiestan, con mayor intensidad, las relaciones de poder de toda una época. 
Al mismo tiempo, la arquitectura industrial, nos aproxima a la percepción que acerca del mundo del trabajo tuvieron las gentes coetáneas de cada modelo productivo y nos remite a la tremenda fuerza de sugestión que esas construcciones ejercieron, como elementos simbólicos del paisaje, en la creación de una cosmovisión ligada a la cultura industrial. Esos valores simbólicos cobran aún más fuerza cuando nos referimos a los restos materiales del pasado industrial (siglo XIX), que son objeto de análisis de la Arqueología Industrial, reafirmando el carácter mítico de la técnica en la nueva sociedad surgida del factory sistem. La arquitectura industrial se convierte, en algunos casos, en la máxima expresión de la idea anterior al ser ella misma máquina o motor, tal como sucede en las modernas fábricas de refino de combustibles o de transformación de áridos o en las antiguas construcciones en hierro de la minería.
Se recomienda la siguiente bibliografía: Aymonino, Carlo, El significado de las ciudades, Madrid, Blume, 1981; Benito del Pozo, P., El espacio industrial en Asturias, Barcelona, Oikos-Tau, 1991; Bonet, A., Bibliografía de arquitectura, ingeniería y urbanismo en España, Madrid, Turner,1980; Castells, M. y Hall, P., Las tecnópolis del mundo, La formación de los complejos industriales del siglo XXI, Madrid, Alianza, 1994; Castells, Sociología del espacio industrial, Madrid, Editorial Ayuso, 1977; Choay, F., El urbanismo. Utopías y Realidades, Barcelona, Lumen, 1983; Abaco: Revista de cultura y ciencias sociales, Nº 34, 2002 (Ejemplar dedicado a: Paisaje, arte y patrimonio), págs. 79-92.

LA ALHAMBRA ILUMINADA

Saúl Meral Bernal

Publicada en «El País», 18 de marzo de 2002

Hace tiempo que resido en Granada. Recuerdo con nostalgia mi primer encuentro con la Alhambra, un día de invierno, hará 25 años.
Era de noche, noche de neblina y de repente entre la niebla percibí algo que me estremecía, pareciendo contemplar un cuento de las mil y una noches.

Nunca había visto nada tan hermoso, estaba delante de la mismísima Alhambra.

Al día siguiente volví al mismo lugar, al Paseo de los tristes, en esta ocasión, ya de día con un sol radiante, para poder verla en todo su esplendor.

Ese fue mi primer contacto con la Alhambra y cada vez que lo recuerdo se me pone el vello de punta.

Pero esta bella imagen, que aun conservo en mi memoria nunca volverá a repetirse, ¡que lástima!, pues aun siendo de noche, la Alhambra reluce como el sol. No da lugar a descubrirla, ya que en la noche no es palacio sino faro, que guía a los guiris en su deambular por la ciudad. Y lo cierto es que me asusta este esnobismo de iluminar todo lo que huele a antiguo, ya que podemos convertir una ciudad viva en parque de atracciones.

Igual ha pasado con los puentes del Darro. Antes se encontraban bien integrados, era gratificante un paseo nocturno, escuchando el sonido del agua. Un ambiente único donde todo era bello en su justa medida. Ahora no, ahora nos indican que debemos ir mirando en nuestro deambular, admirando lo genuinamente bello, por eso lo iluminamos, olvidándonos de lo demás. Termino con lo que dicen algunos críticos: “Se esta haciendo de este país el burdel de Europa” y estas son las nuevas luces de neón de nuestras ciudades.

RE-EVALUACIÓN DE EDIFICIOS INDUSTRIALES EN DESUSO


Paola Acosta Tamez

Master en Paisajismo, Jardinería y Espacio Público 2011-2012

Hoy en día,  existen en el mundo una gran cantidad de edificios y zonas industriales en desuso, debido a los procesos de industrialización y desindustrialización que se han presentado a lo largo de la historia desde la Revolución Industrial.  Sin embargo, existe la alternativa de utilizar ésta situación como una oportunidad de negocio, en la que rehabilitando estos lugares, puedan llegar a ser parte de la economía de la ciudad promoviéndolos como sitios históricos y culturales con enfoques turísticos.
En el siglo XVIII, con la Revolución Industrial, se dio el inicio a una nueva forma de vida, en la industria y la manufactura reemplazara el trabajo manual. Esto dio como consecuencia una serie de edificaciones pensadas única y exclusivamente para utilizarse como medio de creación de tecnología nueva. Con esto se refiere a que aún siendo que la estética era un tema de interés, no se desarrolló una nueva estética dirigida a la producción industrial. Sin embargo, sí era de importancia el adaptar las nuevas técnicas constructivas y el uso de materiales como por el hierro. 
Éstas edificaciones a las que llamamos arquitectura industrial, tenían como fin atender las necesidades que producían los procesos industriales, desde su creación hasta el papel que el hombre jugaba en ellos. Y por lo mismo, cada industria, con sus respectivas necesidades, edificaba a su conveniencia. Hasta que con la invención de la máquina de vapor, uno de los inventos más importantes de la época, surgió el elemento común de las edificaciones industriales: la chimenea.
A lo largo de los años y hasta fechas recientes, el funcionamiento dado por la arquitectura industrial, que nació en una época de transformaciones de tipo socioeconómico, tecnológico y cultural, ha ido decayendo debido a que las situaciones y las necesidades del mundo han ido cambiando. Así que el siglo XX se caracteriza por haber sido un siglo de avances tecnológicos que han sustituido funciones que se desempeñaban durante la revolución industrial, dando como resultado el abandono de edificios para específicas industrias.
Algunas consecuencias negativas de la industrialización son el deterioro del ambiente, la degradación del paisaje y la explotación irracional de la tierra, las cuales dan lugar a la discusión actual, pues ahora se abre la puerta para infinidad de ideas y proyectos que tomen en cuenta estos lugares, ya que, al formar parte de nuestra historia e identidad, pueden proporcionar un gran valor de conciencia y cultural social. 
En muchas ciudades del mundo existen políticas de rehabilitación y reutilización de los edificios industriales, y en otras aunque no como obligación, la sociedad y el gobierno han encontrado estos edificios estratégicos para su re-explotación, pero en un sentido mucho más concientizado.
Un ejemplo muy señalado en México, ha sido el Parque Fundidora, en la ciudad de Monterrey. Desde 1900 se fundó como Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, y su decadencia a partir de los años 70´s, lo llevó al quiebre en 1986. Fue por parte de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, que tres años después se aprobara un plan maestro, para crear el Parque Fundidora, y con ello incrementar la oferta turística, cultural y esparcimiento de la ciudad. Fue hasta el año 2001 que se abrió al público, y con él una serie de proyectos urbanos se han desencadenado.
El parque alberga 27 macropiezas industriales, de entre la cuales las más importantes son los Altos Hornos y más de cien piezas de menor tamaño distribuidas en los jardines y andadores del parque. También cuenta con diversas plazas, un centro de convenciones, Museo del Acero, un auditorio de espectáculos, un parque temático, pistas deportivas, pista de hielo y skate park, así como extensas áreas verdes para uso colectivo.
En la actualidad es considerado un Museo de Sitio de Arqueología Industrial, y ha sido sede de carreras automovilísticas, cumbres de la ONU y Fórum Universal de las Culturas. También se reconoce porque, al ser Monterrey una ciudad industrial y su notoria falta de conciencia paisajística, con deterioro del ambiente y degradación del paisaje, el proyecto ha brindado a la sociedad un espacio público, que como bien predijeron años atrás, se ha convertido en foco turístico, cultural y deportivo de gran importancia para la ciudad.
Así como éste caso, existe una larga lista que acompañan éste fenómeno alrededor del mundo, y es importante promoverlos para que el resto de los edificios industriales en desuso, tengan la oportunidad de ser aprovechados como fuente histórica, recurso económico, y herramienta para concientizar a la sociedad sobre el medio ambiente y el paisajismo.

Se recomiendan los siguientes enlaces y bibliografía: 
 Casado Galván, Ignacio. "La arquitectura de la industrialización." 
 Contribuciones a las Ciencias Sociales. N.p., 2009. Web. 23 Feb 2012. <http://www.eumed.net/rev/cccss/06/icg9.htm>. 
Solano Andrade, Agustín René. "La estética del siglo XVIII y XVX." . N.p., n.d. Web. 24 Jun 2012.
 <http://www.sabersinfin.com/index.php?option=com_content&do_pdf=1&id=278>. 
"Parque Fundidora, Monterrey, México." . N.p., n.d. Web. 23 Feb 2012. <http://www.parquefundidora.org/>. Artículos de revistas: 
Morales Mújica, Paulina, and Auribel Villa Avendaño. «Patrimonio Industrial, Un nuevo territorio» Foro abierto. Libros: 
«Cuadernos. Preservación de la arquitectura industrial en Iberoamérica y España». Granada: Comares, 2001.