Fabiola Colmenero Fonseca
Master en paisajismo, jardinería y espacio público 2011-2012
INTRODUCCIÓN.
La Revolución Industrial ha sido un factor importante en la transformación del paisaje natural y el urbano. Este tipo de arquitectura ha ido cambiando lo que antes era el paisaje natural llevándolo a un nuevo paisaje: el industrial, provocando así lo que ahora conocemos como la sky line de las ciudades industrializadas, que se ha ido conformando y les ha dado un aspecto muy diferente.
Con
ella surgió el uso de los objetos mecánicos sustituyendo la mano de
obra artesanal, como las infraestructuras lineales, incluyendo la vía
férrea, que surge como un avance de la tecnología que hasta nuestros
días se ha seguido utilizando.
La
arquitectura industrial estuvo y sigue siendo condicionada por dos
factores fundamentales: la funcionalidad, que se concreta en la
organización interior y exterior del edificio de forma que favorezca lo
más posible la eficacia del proceso productivo y el control de los
trabajadores. Se trata de explotar los nuevos instrumentos que ofrecen
la nueva tecnología y la fuerza de trabajo obrera.
Las industrias textiles han sido sustituidas por pisos,
creando una maquinaria para su utilización y un buen funcionamiento;
adaptándolo a edificios de gran apariencia con tipología propia. Su
planta suele ser rectangular, larga y estrecha y de gran desarrollo en
altura. Con la estructura del edificio se conseguía una buena
iluminación.
Asímismo
se fueron sustituyendo los materiales más usados hasta entonces como
eran la madera, mampostería o piedra y poco a poco se optó por los
materiales de la revolución industrial, lo que hará que el edificio
evolucione tipológicamente hacia una inmensa nave, por el contrario, la
fábrica será foco de terribles enfrentamientos sociales, lo que
favorecerá el desplazamiento de las industrias fuera de las ciudades.
En
las propuestas en valor para una nueva infraestructura de la
arquitectura empresarial desde perspectivas diferentes e innovadoras que
permitieron un cambio a la industria en general.
La arquitectura como ciencia social, nos ofreció en algún momento y nos sigue ofreciendo un análisis específico desde los
acontecimientos económicos, políticos, sociales, culturales, religiosos
que han caracterizado el paso de la humanidad a través del tiempo y
comprende desde la aparición de los primeros documentos escritos hasta
la actualidad y como método el propio de las ciencias sociales, y sin embargo es diferente de mostrarnos
la visión de la industria vinculada a diferentes elementos de la
actividad industrial como integración del entorno económico y social;
que también fue cambiando no sólo la técnica sino también la tecnología a
las formas socioeconómicas.
LA ARQUITECTURA INDUSTRIAL ¿PUEDE SER PATRIMONIO?, O ¿PODEMOS VER EL PAISAJE COMO INDUSTRIA?
En
el último siglo se ha producido un proceso de industrialización por la
instalación de numerosas fábricas. Esta arquitectura industrial del
siglo XX no debe de perderse pues es parte de nuestro patrimonio
histórico, su rehabilitación y su posterior reutilización como recurso
turístico es una buena iniciativa de conservación de la arquitectura
industrial y de diversificación la oferta turística de este espacio.
El
patrimonio industrial ha ido adquiriendo importancia dentro de nuestra
cultura y sociedad occidentales; aunque joven, es un vasto ámbito de
estudio en el que recientemente se ha ido manifestando un
interés creciente por el paisaje de la industria. Gracias al
descubrimiento de esta dimensión territorial, aspectos como los
laborales, técnicos, socioeconómicos, antropológicos, arquitectónicos o
estéticos que antes eran prioritarios y se analizaban aisladamente,
pasan ahora a organizarse y explicarse en virtud de su posición en una
red más compleja, tridimensional, la que teje la industria al
implantarse en un espacio. La industria imprime sus huellas en el
espacio, humanizándolo y también
deben ponerse en valor en los procesos de rehabilitación para adquirir
así una idea global de nuestro pasado a través de sus vestigios
materiales. Esta tendencia procede de Francia y su manera de interpretar
el patrimonio industrial, pero se ha ido extendiendo por el área latina
de Europa y España participa de ella plenamente. Se recogen (a través
de diferentes obras y referencias dispares) el desarrollo de esta
tendencia, las características de este paisaje, la lógica socio espacial
que imprime la producción industrial y se reflexiona específicamente
sobre el medio minero, por su especial relevancia en Asturias.
La
arquitectura industrial debe ser destacada como un género aparte dentro
del conjunto del patrimonio arquitectónico debido a unas
características propias que le confieren una especificidad que permite
su diferenciación del resto de la arquitectura edilicia. Al mismo
tiempo, su amplia representación territorial, producto de la extensa
implantación espacial del fenómeno de la industrialización, la convierte
en un núcleo patrimonial de primer orden en cuanto al conjunto de los
restos conservados ya sean estos edificios singulares aislados o
complejos industriales.
Las
construcciones industriales poseen una serie de valores tecnológicos,
arquitectónicos, sociológicos y paisajísticos que hacen de ellas un
documento de primera magnitud no sólo para conocer la evolución e
implantación de las técnicas constructivas -materiales y estructuras-,
de los procesos de maduración e innovación tipológica -ordenación
espacial- y de la secuencia estilística perteneciente a cada momento
histórico sino que también nos habla de la propia estructura económica,
de los procedimientos constructivos utilizados o del papel que jugó el
modelo energético escogido como condicionante del modelo resultante.
Asímismo,
nos proporciona una valiosa información acerca de la propia
organización industrial de la fábrica que nos permite conocer cómo
fueron las relaciones laborales existentes en un momento histórico
concreto o el modelo de organización interna de la producción en sus
aspectos de circulación de personas, mercancías o productos acabados. La
arquitectura industrial se expresa mediante unas tipologías específicas
tanto para cada uno de los sectores productivos como para cada uno de
los espacios necesarios para desarrollar esas actividades o
procedimientos.
Para analizar la importancia y riqueza del patrimonio arquitectónico industrial deben tenerse en cuenta varios aspectos que se generan a través del tiempo y los distintos cambios socioeconómicos:
La
arquitectura industrial nos permite explicar los sistemas de
organización espacial necesarios para la producción en cada etapa
histórica y conocer las mentalidades de los hombres que la hicieron
posible a través de su significación formal.
La
arquitectura industrial se refiere no sólo a la construcción de los
edificios que forman parte de la fábrica en sentido estricto, sino
también a las instalaciones mecánicas que permiten los procesos de
producción, los edificios destinados a almacén y las tipologías
residenciales relacionadas con los procesos productivos. En el proceso
histórico de constitución de los tipos esenciales de la arquitectura
industrial se entrelazan diacrónicamente las funciones, los materiales,
las estructuras y los estilos. El proceso histórico de la Revolución
Industrial se desarrolla paralelamente al proceso de renovación urbana.
La historia de la arquitectura industrial debe construirse a partir de:
-El conocimiento de la ciudad en relación con su territorio
-El análisis de la sociedad industrial como marco dialéctico creador de una nueva
Civilización.
El paisaje industrial debe añadirse al concepto de monumento industrial o
técnico. Ya sea como contexto o como especificidad patrimonial. El
patrimonio arquitectónico industrial no puede aparecer vacío de
contenidos sociales y antropológicos. El
paisaje industrial es ignorado sociológicamente y mayoritariamente, si
no despreciado, a pesar de tener indudable interés urbanístico, cultural
y medioambiental. El territorio se puede analizar según la tipología:
territorios explotados, orillas colonizadas e implantaciones puntuales
que crean hitos referenciales.
El paisaje industrial,
como una particularidad del concepto genérico del paisaje, significa
una consideración más amplia y compleja que la del patrimonio
industrial, que es su componente principal y referido a edificios, sus
instalaciones o la maquinaria. Supone la interacción de variados
elementos integrantes complementarios de un panorama fabril que son
percibidos como un escenario coherente y potente en un contexto de
síntesis. En ocasiones su ámbito, que contempla áreas rurales, urbanas y
periurbanas, no es continuo y mucho más amplio que aquello que
inicialmente se divisa refiriéndose a asentamientos productivos
articulados en torno a un eje fluvial, un frente portuario, a lo largo
de una estructura de comunicación o de una red de distribución de
fluidos o energía.
Esta
tipología paisajística muy habitual en la actualidad, sociológica y
mayoritariamente es ignorada, si no despreciada, a pesar de tener un
indudable interés urbanístico, medioambiental, cultural y visual, por lo
que previamente es necesaria una sensibilización colectiva progresiva y
selectiva que permita apreciar sus cualidades intrínsecas. Se requiere
una generosidad conceptual para comprenderlo y desde una cierta
benevolencia contemplativa y ambiental podrá ser aceptada e incluso,
finalmente, admirado. Una modalidad en el paisaje industrial activo es
la eventualidad, su mutancia temporal o instantánea, el carácter de
secuencias efímeras. Así, la fábrica adquiere aspectos diferentes en
función de la intensidad, volumen y dirección de los humos e incluso los
sonidos emitidos o los entornos olfativos creados por los procesos
productivos. Las plantaciones de un terreno vinícola obedecen a un ciclo
anual de desarrollo con matices formales y cromáticos muy diferentes.
Implantaciones puntuales
que por sus características volumétricas enfatizan un amplio dominio
territorial destacando su potente imagen en el horizonte. Las
«catedrales del trigo», los silos agrícolas, tradicionales almacenes
repartidos por las zonas de cultivo que emergen con altura y sencillez
en un terreno agrícola horizontal.
Con
arquitecturas incidentes cuya acertada presencia puntual valoriza un
amplio e interesante paraje dotándole de una nueva dimensión estética y
vinculándolas al entorno, como algunas bodegas en Araba, templos para el
culto del vino.
La contemplación del los paisajes industriales es una aventura estética de vanguardia que activa los sentidos.
CONCLUSIONES
Los paisajes industriales son el reflejo de la actividad industrial en
el territorio, son por tanto paisajes artificiales, espacios que han
sido transformados por la actividad humana. Estos paisajes han ido
creciendo en número desde el inicio de la Revolución Industrial, y han
ido evolucionando desde unos paisajes tradicionales, los denominados
“países negros” a los más modernos centros industriales.
Durante
el siglo XX se desarrolló como fuente de energía básica para la
industria el petróleo, por lo que la demanda de este producto favoreció
la localización de refinerías sobre todo en puertos o en otras ciudades
del interior, y junto a ellas surgieron polos industriales que se
aprovechaban de la proximidad a la fuente de energía. Por otra parte las
industrias de bienes de consumo se fueron localizando junto al mercado,
por lo que en casi todas las ciudades fueron apareciendo polígonos
industriales que abastecían a las ciudades.
Las
nuevas industrias basadas en la alta tecnología, se sitúan lejos de la
ciudad, en zonas suburbanas, buscando ubicaciones más atractivas y
próximas a las grandes infraestructuras de transporte que facilitan la
comunicación (autopistas, aeropuertos, puertos...). El
análisis de las construcciones industriales requiere un conocimiento
previo de la estructura productiva de cada época histórica ya que, al
igual que en la arquitectura de género religioso o militar, la
existencia de un programa previo es una premisa básica para entender la
posterior ordenación espacial.
Sólo
desde el análisis de las prioridades, expresadas por las industrias a
través de los intereses de los hombres de empresa y de sus técnicos, se
nos permite el acceso a este complejo mundo que se ha convertido, en
palabras de los ingenieros y arquitectos, en la moderna monumentalidad
que ha venido a sustituir a las catedrales y a los palacios como los
temas arquitectónicos donde se manifiestan, con mayor intensidad, las
relaciones de poder de toda una época.
Al
mismo tiempo, la arquitectura industrial, nos aproxima a la percepción
que acerca del mundo del trabajo tuvieron las gentes coetáneas de cada
modelo productivo y nos remite a la tremenda fuerza de sugestión que
esas construcciones ejercieron, como elementos simbólicos del paisaje,
en la creación de una cosmovisión ligada a la cultura industrial. Esos
valores simbólicos cobran aún más fuerza cuando nos referimos a los
restos materiales del pasado industrial (siglo XIX), que son objeto de
análisis de la Arqueología Industrial, reafirmando el carácter mítico de
la técnica en la nueva sociedad surgida del factory sistem. La
arquitectura industrial se convierte, en algunos casos, en la máxima
expresión de la idea anterior al ser ella misma máquina o motor, tal
como sucede en las modernas fábricas de refino de combustibles o de
transformación de áridos o en las antiguas construcciones en hierro de
la minería.
Se recomienda la siguiente bibliografía: Aymonino, Carlo, El significado de las ciudades, Madrid, Blume, 1981; Benito del Pozo, P., El espacio industrial en Asturias, Barcelona, Oikos-Tau, 1991; Bonet, A., Bibliografía de arquitectura, ingeniería y urbanismo en España, Madrid, Turner,1980; Castells, M. y Hall, P., Las tecnópolis del mundo, La formación de los complejos industriales del siglo XXI, Madrid, Alianza, 1994; Castells, Sociología del espacio industrial, Madrid, Editorial Ayuso, 1977; Choay, F., El urbanismo. Utopías y Realidades, Barcelona, Lumen, 1983; Abaco: Revista de cultura y ciencias sociales, Nº 34, 2002 (Ejemplar dedicado a: Paisaje, arte y patrimonio), págs. 79-92.